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El realismo mágico para no olvidar

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Si tuviésemos la posibilidad de conocer el contexto, cómo, por qué y para qué de cualquier hecho artístico, me atrevo a afirmar que ese acontecimiento podrá en mayor medida, atraparnos. La que traeré a este artículo de seguro lo hará. Quiero compartir con ustedes en base a mi experiencia, lo que no pretende ser sólo un “review” o reseña de una obra de teatro, sino las motivaciones, intenciones y entrañas de su origen y razón de ser. “La Niña de Madera de Aquel Polonio” es develada por una típica reseña de teatro como: la historia de un encuentro entre un mascarón de proa y la muerte, atravesado por el relato de una mujer que personifica, en un rancho del Cabo Polonio, mientras cocina pan casero, a la tan querida “chela”, quien dio toda su vida al pueblo de pescadores y fue testigo del pasaje del olvidado Cabo Polonio al actual objeto de deseo de cientos de turistas nacionales e interimage3nacionales hoy en día. Hacia finales de 2013 tuvo lugar la primera función de esta obra protagonizada por Maricruz Díaz y dirigida por Fabio Zidan. Éramos aproximadamente 20 personas. Muchos allegados a la actriz y otros a quien la memoria trae durante los 50 minutos de duración del espectáculo: la ”Chela”. Ahora bien, para mí y otros, fue una experiencia teatral donde una increíble historia fue representada, pero hasta ese momento como espectadora, no era posible dilucidar. El comienzo de 2014 nos recibió en el hermoso Pettit Hotel de Babu del Cabo Polonio. Un espacio de tres habitaciones y otro común invadido por artesanías de cerámica, libros, sombreros y un aroma a pan casero que activaba cualquier apetito. Esta casa-hotel pertenece a Maricruz Díaz y su esposo, el músico Gabriel Valente, quienes alojan desde diciembre a marzo decenas de turistas que arriban al balneario. El mismo día de nuestra llegada, Maricruz nos cuenta, emocionada, que la casa-hotel se transformaría en un teatro, el espacio de arte “YACAÍSTE”, para representar por primera vez allí “La Niña de Madera de Aquel Polonio”. Aquí se da un punto de inflexión en la forma de vivir una experiencia artística. Aquí es cuando somos parte del realismo mágico. La puesta del sol nos puso a todos los espectadores bajo el alero estrellado del rancho en lo que comenzaría a ser la aproximación a un ritual dionisíaco. Vasos de cerámica con vino que reciben a los casuales asistentes, la guitarra de Gabriel Valente emitiendo acordes que sintonizaban con el mar “poloniense”, y anunciaban el permiso a entrar a sala. Una conjunción entre el arte, el festejo, la comunión, y una potente energía que rodea image4ese cabo de tierra esteña. Durante el desarrollo de la obra se podían observar lágrimas de algunos espectadores, risas, y asombro en otros. En especial cuando Maricruz encarna a la “Chela” y da lugar a diálogos con la muerte y un mascarón, para contarnos, ambas, anécdotas de aquel Cabo Polonio antiguo que pocos conocen, con pescadores y lobistas, un gobierno ausente y un vivir austero lejos de toda accesibilidad a necesidades básicas, pero de un amor firme a la tierra. Entre diálogos, vemos aparecer la figura del primer extranjero que desembarca en el Polonio y su mirada colonizadora del lugar; un gobierno que ahora aparece para velar que antes a nadie le importaban y ahora eran un estorbo para el lucro. Vivir este acontecimiento teatral marcado por el realismo mágico, se evidencia y potencia, cuando se da en el lugar de los hechos, con una escenografía compuesta por objetos pertenecientes a quien la memoria visita, y entre el público aparecen familiares, y testimonios de esa realidad. Porque realismo mágico es eso. Un estilo de actuación, una puesta en escena particular, personajes fantásticos y reales y finalmente un teatro es real y mágico: el Cabo Polonio. Maricruz Díaz, se propuso construir una obra que trabaje la memoria para no olvidar, y también para dejar ir. El espectáculo comenzó en 2013 y culminará en 2015 para siempre. Como dicen los Aymara Lacustres del Titicaca, los rituales mortuorios duran 3 años, para librar así el alma del difunto. “La Niña de Madera de Aquel Polonio” es este rito que pretende inmortalizar a la Chela y al mismo tiempo dejarla ir. La obra seguirá durante todo marzo en el espacio “YACAÍSTE” del Petit Hotel, y el costo es a colaboración con “la gorra”. Hasta noviembre irá recorriendo diferentes espacios de Uruguay y también participará en festivales de teatro internacionales.

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