¿De qué origen es tu nombre?
Mi viejo, abuelo, bisabuelo, todos se llamaban igual: Willam Filkin Mundy, de origen inglés. Mi madre era argentina, cordobesa. Yo me crié en Brasil y usaba el apellido de mi vieja, Alvarez.
¿Cómo y cuándo empezaste a pintar?
Dibujo desde que me acuerdo, desde muy chico. Imposible separarlo de lo lúdico, hasta el día de hoy me sigue divirtiendo. Fuimos muy estimulados por nuestros padres. Medina una vuelta me dijo que entre a Bellas Artes. Entré acá, en Buenos Aires y en Brasil, pero nunca la terminé.
¿Qué talento te gustaría tener?
La música, que me encanta. El don de la composición musical. Canté en el coro de Porto Alegre, pero no tengo oído (se ríe).
¿Qué referentes tenés?
Sobre la obra no tengo referentes, inconscientemente tal vez sí. No se si es un referente, pero a nivel nacional me gusta mucho José Cúneo. Hice una composición de sus lunas. El argentino Quinquela Martín también me gusta, mi abuelo era su amigo y tiene dos pinturas de él en Merlo, San Luis.
¿A dónde viajarías en este instante?
A un lugar que no conozca. Me gusta el mar, alguna playa nueva.
¿Cuál es tu estado mental más frecuente?
La observación
. Atento. Miro y observo permanentemente. Me apasiona lo visual. Mi hijo Cyan me tiene como loco. Mínimo y gigante. Me tiene muy atento esto de la paternidad.
¿Cómo te autodefinís?
Soy un artista.
¿Y se puede vivir de eso?
Sí se puede, pero yo no lo he logrado. Creo que es un error en la gestión de venta. Conozco amigos que sí viven de esto. Lo que sí vendo son las aves.
¿Qué son las aves?
Los pájaros son pintura sobre escultura talladas en madera, hechos con una sección de las hojas de las palmeras pindó. Son sólo aves autóctonas, de acá y de allá porque son migratorias. Prefiero hacer las de pico largo o aves rapaces o flamencos para aprovechar las palmeras. Un día para el cumple de mi sobrina (cumplía 3, ahora tiene 18) le hice dos urracas parlanchinas y les encantó a todo el mundo. La obra está como muestra permanente en la Galería Los Caracoles de José Ignacio.