La cerveza me hace feliz. Está, sin lugar a dudas entre las cinco cosas que más me gustan del mundo. Hago un ejercicio de sinceri- dad y me doy cuenta de que la cerveza se encuentra detrás del 90% de los actos sociales en los que participo. Si salgo, bebo cerveza. Si tuve un día de mierda, abrirme una al llegar a casa contribuye a arreglarlo. Si quedo para ver fútbol, me da igual quién juegue y el resultado: lo que me importa es compartir con ellos unas cervezas. Hay quien dirá que lo mío se llama alcoholismo, pero la realidad es que emborracharme no es, casi nunca, el leit motiv del ritual. Ni siquiera consumo ninguna otra bebida alcohólica. Simple- mente amo la cerveza.
En esta particular historia de amor que tiene ya más de veinte años, el último capítulo ha sido probar hacer mi propia cerveza en casa. Este paso en la relación cerveza-cervecero es algo muy habitual en otros países: las familias alemanas acostumbran a agasajar a las visitas con cerveza de su propia cosecha, e incluso cada pequeño pueblo tiene su propia manera de hacerla y su secreto ancestral. En este rincón del mundo aún somos unos pocos locos con barriga los que optamos por elaborarla artesanalmente. La mayoría se conforma con la marca que le pongan en su bar de siempre. Lo cierto es que yo también lo hago, pero cuando surgió la posibilidad de hacerla en casa con un grupo de amigos, me pareció una idea brillante. Vamos a hacer cerveza.
La pregunta es evidente: ¿cualquiera puede hacer cerveza en casa? Y la respuesta es SÍ.
Además de ser minucioso con los tiempos, conviene tener una palabra en mente durante todo el proceso: higiene. Máxima higiene. La esterilización de todas las herramientas es básica para que la mezcla no se contamine.Y a pesar de ello,siempre ocurre algo: en nuestro primer intento se cayó alguna que otra mosca en el recipiente. Pero el mundo es para los intrépidos, así que seguimos intentando: agua, cebada malteada, lúpulo, levadura, muchas ganas y paciencia. Bueno, también una olla grande, una heladera de camping, una licuadora, un termómetro, un densímetro, un recipiente con tapa, una trampa de aire, un largo caño de cobre y dos metros de manguera. La elaboración de cerveza casera no necesita más que esos ingredientes y utensilios. Nada de kits facilitadores ni de atajos: si querés hacer cerveza bien artesanal, tenés que arrancar desde el grano.
“Hice fuego”, decía el personaje de Tom Hanks en Náufrago, exaltado como un dios doméstico ante la alta fogata que se había mandado frotando dos palitos. ¿Estará muy lejos tal excitación creadora de un hipotético “hice birra”? No, y a continuación te mostramos de forma muy resumida, y sin complicarte demasiado, los pasos necesarios para arrancar tu carrera como modesto barón de la cerveza.
Paso 1
Mezclar la cebada malteada con agua caliente, formando una papilla que debe mantenerse en el fuego por dos horas, a 65°C. Una vez retirada el agua, queda el mosto, un líquido denso y dulce.
Paso 2
El mosto debe hervirse a borbotones durante una hora y media. Mientras tanto, se le va agregando, por partes, el lúpulo, ingrediente que aromatiza y da el amargor deseado a la cerveza. De este proceso también resulta la esterilización del producto, que evita que el líquido se llene de bacterias e indeseables, pero no de residuos. Por eso, finalizado el hervor, debe revolverse con fuerza para facilitar que esos residuos vayan a parar al fondo de la olla. Y allí se quedarán: nuestra cerveza será transparente o no será nada. Paso 3
De aquí en adelante, no hay que olvidar algo primordial: el líquido debe ser tratado sólo con elementos y recipientes desinfectados: no dejará buen sabor el encuentro con bacterias no gratas. Por eso, y como hay que enfriarlo sí o sí (rápido, además, que el producto debe ir de los 100 a los 20°C en el menor tiempo posible), usaremos el método de serpentina, que consiste en pasar la cerveza por el interior de un caño de cobre enrollado, enfriado con hielo. Luego se incorpora la levadura, que debe estar hidratada 30 minutos antes de tener el fermentador lleno de mosto.
Paso 4
La mezcla de mosto, lúpulo y levadura va a un recipiente para la fermentación. Esta última convierte los azúcares del mosto en alcohol y gas. Como no querríamos llamar la atención del vecino (que es lo que normalmente logran las explosiones). Para evitar esto utilizaremos la trampa de aire casera con una manguerita que se haga pasar x agua, así sale aire, pero no entra. También se pueden comprar unas muy baratas.
Al líquido le bastará una semana en un lugar fresco y oscuro para bajar su densidad y, una vez destapado, alumbrar la vista con su color verde y espumoso. Luego será pasado a otro fermentador (o al mismo, lavado y desinfectado como corresponde), que deberá ir al frío por otra semana.
Paso 5
Al cabo de esos siete días, nuestra cerveza estará lista para su embotellado. Completará su maduración una vez encerrada en los queridos recipientes color ámbar. Le alcanza con 15 días de reposo en la heladera para lograrlo. Pero ya que esperaste tanto, bancala 30 días más: nos lo vas a agradecer.
Con todo esto podemos decir que no vas a terminar siendo un Walter White de la cerveza casera, pero ya que vamos a beber, ¿por qué no beber mejor?.
Y si no te animás, en Urugay ya tenemos distintas marcas y lugares que fabrican cerveza artesanal con excelente calidad como por ejemplo Bizarra, Volcánica, Maltra, Cabesas Bier, MBH, Bremen, Davok, entre otras. Algunas de ellas han ganado medallas internacionales en el último South Beer Cup V realizado en Mar del Plata el pasado mes de mayo.
¡Salud!
Donde encontrás estas cervezas
Bar Bremen, Bar Colombo, Bar Pardao, Brickell, Burlesque, K-Fé Bar, Carnivery, Dulce Tokio, Gallaghers, Garaje Bar, Ennis, Licorería “Las Vizcarras”, Los Querubines, Hey Chop, MBH (Montevideo Brew House), Tienda de bebidas “Los Horneros”, The Shannon, Shannon Store, Barbacana, Kustom Bar, Finisterre Bar, Pepe Botella, Puerto Palermo, Iberpark.