Desde hace ya un tiempo Buceo Invisible (BI) dejó de ser esa banda rara que le gusta llamar a sus presentaciones en vivo como “muestras”, porque integran la poesía y las artes visuales en escena o más allá aún, que intervienen espacios, los utilizan como parte de su arte, los transforman. Tal es el caso de la presentación de este viernes pasado en el predio de la ex cárcel de Miguelete, ahora recuperado como por la I.M. y el M.E.C. para desarrollar el Espacio de Arte Contemporáneo (E.A.C). Allí BI demostró ser una de las bandas de rock más genuinas, sensibles y contundentes del ámbito local.
El patio norte, sobre el ángulo formado por las paredes con los celdarios, fue el marco elegido para montar el escenario que
vestía, acertadamente, la escenografía que constaba de un laborioso entretejido de telas de colores que revivían el diseño de la carátula del disco que se presentaba esa noche “el pan de los locos”; telas que fueron desgarrándose a media que pasaban las canciones por Marcos o Santiago Barcellos en medio de los versos
que recitaban entre el viento que se colaba por los micros y que producía un efecto más oscuro a las palabras liberadas por los poetas.
Este reciente y cuarto trabajo discográfico que los encuentra más sólidos musicalmente, maduros luego de caminar casi veinte años juntos y abriéndose a un sonido más cargado de ritmos e instrumentación. Para este disco se integraron teclados y percusiones, músicos invitados que también estuvieron presentes en el show (Gonzalo Gravina y Ernesto Díaz) Una mención aparte merece el colchón de guitarras, que apoyado en Andrés Fernández y Fabián Cota dialoga a la perfección con las guitarras de Guille Wood y Jorge Rodríguez, que en algunas canciones deja la viola o el bajo a un lado para sumar otra, que junto a la de Diego Presa hace que suenen cinco guitarras amalgamadas en exquisito
s arreglos, donde cada una tiene su lugar.
Fue una presentación inolvidable que se paseó por algunos clásicos de la banda como “Bettie blue” o “Irreal” pulidos con arreglos especiales para la ocasión; los climas generados (más allá del frío que calaba hondo) con una iluminación que aprovechó el lugar físico para jugar a proyectar las sombras de los que estaban sobre el escenario sobre las paredes de las celdas, lograba que la música te transportara junto con las visuales bien administradas sobre los muros.
El frío a esa altura quería dominar, pero BI resistía estoico y nosotros no podíamos ceder ante tamaña entrega y pasión. Lo único que estaba logrando el frío era algo que casi nunca BI logró en sus “muestras”: hacernos bailar a todos y la mejor manera de cerrar la noche fue con “para siempre” su corte de difusión. Los que estuvimos presentes recordaremos esta presentación de BI como la noche que bailamos al ritmo del pan de los locos, haciendo honor literalmente al nombre de este gran disco. Porque qué es la música? Sino más que el pan de los locos…
Fotos: Pablo Miranda (LatinoAltRock)