Un muchacho escucha un tango.
Es 7 de enero en Montevideo. Un muchacho escucha tango conectado a su celular. El bondi, viaja con un relleno de laburantes y otras viejas que hacen del contexto algo más que común a las 8 de la mañana, lo llevan a su trabajo. El tango arremete con su melancolía: “si los años de la vida me componen” dice. “El soñador que lo escribió, lo hizo añorando que en un futuro todo va a estar mejor, que la cosa cambia, que todo prospera”. Pensaba el muchacho en uno de los asientos de aquel 148.
Relojea la parada por una de las ventanillas, un extraño le pispea lo que escribe en el celular, todo normal, monótono y rutinario, lo único inusual era ese tango en el auricular. Las paradas pasan al igual que las palabras, el letrista vuelve a hacer pensar al joven arrabalero: “la fama es puro cuento”… “Eso sólo lo puede saber alguien que es un verdadero protagonista de su vida, uno que no se atreve a bajar de sus propias burbujas nocturnas. ¡Ese quiero ser yo! ¡Ese que salió a buscar, sin importar el careo con el fracaso! ¡Sólo con haberlo intentado me sentiría más que satisfecho!” Pensó esta joven alma que por escribir estas líneas se bajó una parada después, con los ojos en lágrimas, mientras el tango le susurraba ahora su nostalgia: “hoy solo queda el recuerdo de pasadas alegrías”. Sonrió.